lunes, 20 de junio de 2011

Para todo el Movimiento 15 M

   Bueno, soy un poco tímida, pero intentaré expresarme lo mejor que pueda.

              Ayer estuve en la manifestación. Unos amigos llegaron tarde ( y no quiero mirar a nadie), y la asamblea de mi barrio ya habia partido. Intentamos alcanzar al grupo con todo lo que daban nuestras piernas, y finalmente lo conseguimos en la plaza de Manuel Becerra. A nuestro paso, los bomberos hicieron sonar las sirenas, a lo cual respondimos con un caluroso aplauso de agradecimiento.

              Soy fóbica, y me preguntaba que hacía yo allí, pancarta en mano, expuesta a que me diera un ataque, pero sin embargo, seguí adelante. En cada punto de encuentro, se unía más gente a la que vitoreábamos con entusiasmo dándoles la bienvenida, pero mi pensamiento fóbico intentaba apoderarse de mi intención de manifestarme por lo que pensaba,  por suerte, me dí cuenta de que sólo era eso, un pensamiento, porque no habia ningun atisbo de que me fuera a dar un ataque de angustia. Contrariada, continué el camino impulsada por algo vivo que envolvia el aire, una energía que invadía todo mi ser, y que no podía explicar, y al mirar a mi alrededor, visualicé claramente como todas esas personas rescataban mis ilusiones y mi fé de las arenas movedizas donde permanecieron hundidas muchos años, y esta visualización, me invitó a seguir. Y seguí, y seguí, y con cada paso notaba como mi alma se hacía más grande, y como se expandía hacia tod@s vosot@s más allá de cualquier límite existente, haciendome sentir parte de un todo por primera vez en mi vida.

            Por fin llegué a Neptuno, lo había conseguido. Bajo la sombra de un expléndido árbol que parecía estar esperandome para agradecerme el esfuerzo, relajé mi cuerpo y mi pancarta. A mi boca, afloró una sonrísa que pertenecía al mundo. Sí, esta vez mis pensamientos y sentimientos eran uno. Sentada al ver pasar a la gente, le daba las gracias uno a uno por haberme contagiado su alegría, su fé, y  sus esperanzas. Mil gracias a tod@s y cada un@ de vosotr@s que estuvisteis allí, por tenderme esa invisible mano amiga y rescatarme de los miedos más profundos, y por supuesto, y como no, a todos esos pueblos y ciudades de España tan armoniosamente contagios@s. Gracias a tod@s con todo mi corazón.

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